Dos milenios han transcurrido desde que la erupción del Vesubio dejó en suspenso la vida cotidiana de Pompeya. Hoy, la ciudad revive una de sus tradiciones milenarias: la producción de aceite de oliva.
Una Iniciativa con Raíces en el Pasado
Al recorrer las milenarias ruinas, es imposible no quedar maravillado ante la vista de 350 olivos florecientes que se despliegan majestuosamente sobre 66 hectáreas. Estos árboles, que adornan patios y rincones verdes de la antigua ciudad romana, simbolizan el empeño conjunto del Parque Arqueológico de Pompeya y diversas organizaciones agrícolas para revitalizar su esencia agraria.
El aceite que se produce, bautizado como «Pumpaiia» en homenaje a la ciudad, no es un producto comercial. Es, ante todo, un tributo a la historia. Un lazo que conecta el pasado romano con la Italia contemporánea. Nicola Di Noia, una figura clave en este proyecto y representante de la asociación de productores de aceite Unaprol, señaló la importancia de mantener vivas las tradiciones pompeyanas, no solo restaurando sus olivos, sino también reconociendo las especies autóctonas que antaño crecieron en la región.
Los olivos de Pompeya incluyen cultivares italianos populares como Moraiolo y Leccino, pero muchos provienen de cultivares locales, que son mucho menos conocidos.
Variedades estrictamente ligadas a la región, como Ravece, Ortice o Carpellese, son un claro reflejo de la rica biodiversidad oleícola.
«Todo el aceite de oliva producido por esas aceitunas se convierte en el aceite de oliva virgen extra único de Pompeya y se devuelve al Parque Arqueológico”, dijo Di Noia. «Esta iniciativa no está orientada a los negocios. Su significado radica en promover la conexión histórica con los orígenes de Pompeya”.
Sin embargo, esta reactivación no es solo un acto simbólico, es también una llamada a la acción. Di Noia espera que este renacimiento inspire a otras regiones a combatir el abandono de sus olivares y a reconocer la riqueza de sus tradiciones agrícolas.
El Renacer de un Legado Olivarero
En tiempos antiguos, los habitantes de Pompeya consumían una gran cantidad de aceite de oliva. Sin embargo, su producción local solo cubría una fracción de la demanda. La mayoría del preciado líquido dorado se traía desde diferentes regiones del vasto Imperio Romano.
«Lo usaban para muchos fines, no solo para consumo sino también para limpieza o cosmética, propios de aquellos tiempos antiguos. Piense en el uso del aceite de oliva como combustible. Las lámparas de aceite de oliva alguna vez iluminaron toda Pompeya”, comenta el experto.
El resurgimiento de los olivares en Pompeya es un eco de esfuerzos similares en toda Italia, donde se buscan restaurar y honrar las tradiciones olivareras ancestrales en varios parques arqueológicos.
Entre los ejemplos de proyectos de recuperación están aceite de oliva del palatino producido a partir de los árboles en el Parque del Coliseo en Roma o el aceite de oliva producido a partir de miles de árboles plantados en el villa del emperador romano Adriano, no muy lejos de la capital italiana. «Son ejemplos de recuperación que esperamos puedan inspirar también otras iniciativas”.
Pero mientras Pompeya se regocija en su renacimiento oleícola, toda Italia tiene la vista puesta en un reconocimiento aún más grandioso. Italia entera aspira a un reconocimiento aún más grandioso. Su propuesta para incluir la tradición culinaria italiana en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO subraya que la gastronomía italiana trasciende lo culinario; es un testimonio vivo de historia, cultura y conexión con el pasado.
Con la producción de «Pumpaiia», Pompeya nos invita a todos a ser parte de su viaje a través del tiempo, a redescubrir su rica historia y a saborear el legado de una civilización perdida, pero nunca olvidada.